En una noche cualquiera
Si mal no recuerdo todo ocurrió hará un par de días. Era una
de esas noches en los que crees que el mundo no te trata del todo bien y
preferirías tener que fregar la cubierta de cien barcos de carga antes que
permanecer un solo segundo más en el mismo lugar. En fin, tras deambular por el
puerto varias horas decidí entrar en un bar; dicen los de por aquí que allí es
donde uno debe ir cuando tiene uno de esos días, y la verdad que un trago de
whiskey no me iba a venir nada mal. Así es como decidí entrar en aquel antro.
Podía olerse antes de poner un pie en él que no me iba a
sentir un extraño en ese lugar. Y no me equivocaba lo más mínimo; una nube de
humo ambientaba el local, muy poco iluminado por cierto, de fondo, como si de
un hilo musical se tratase sonaba el golpeo de las pipas que esperaban ansiosas
volver a ser de nuevo rellenadas de tabaco y los vasos de cristal siendo
golpeados bruscamente contra la madera de las mesas.
Entré y me senté en la barra, junto a un tipo que miraba el
televisor. Parecía enfadado, no paraba de quejarse. Sinceramente no me
importaba, yo solamente había entrado a tomar un trago, solo eso; un trago.
Tras es tercer whiskey, y viendo que sus maldiciones no
cesaban decidí preguntarle. No se le veía un marinero, quiero decir, sus ropas
no estaban sucias y desgastadas como las del resto de grumetes, bebía cerveza y
no parecía ser un mal tipo; además utilizaba palabras que no entendía; así que
decidí interesarme por él.
Me giré, me presenté y sin darle tiempo para asimilar lo que
ocurría le pregunté en un tono amigable por que le indignaba tanto el contenido
de aquel cubo catódico, a lo que él me respondió que estaba harto de la
televisión y sus anuncios, que no le dejaban ver en paz su programa; cada vez
que se ponía interesante la trama hacían un corte publicitario y cuando volvían
a emitirlo ya había perdido el hilo y cambiaba de canal.
Ver a aquel hombre tan indignado me dio que pensar. Un medio de comunicación como la
televisión ha gozado siempre de mucha audiencia, ello a influido en la cantidad
de anunciantes que pedían a gritos treinta segundos de su franja horaria para
poder darse a conocer, y a poder ser en “prime time”. Tanto fue así que
saturaron el mercado a pesar de los elevados precios, y las cadenas de
televisión se llenaron de publicidad, anteponiendo su contenido a estas. En un
principio esto no era un problema, pero a la larga si lo ha sido. A nadie le
gusta que le interrumpan masivamente un programa o la película que está viendo,
y menos aún que lo “acribillen” con mensajes de “cómprame”, “soy el mejor” o
“soy el más barato”. ¿Os imagináis que estáis viendo “La caza del octubre rojo”
y de repente mientras el submarino se sumerge cortan e intentan venderte
cuchillas de afeitar? ¿Quién en su sano juicio no odiaría esas cuchillas por
haberle cortado su película?
Eso es más o menos lo que ha ocurrido con la publicidad en
la televisión. Se ha estancado en un modelo que funcionaba hace 10 o 20 años;
pero ahora no. Por ello la
inversión publicitaria ha comenzado a descender un 15% en el pasado trimestre
según infoadex en este tipo de medios convencionales. Actualmente existen otros medios de
comunicación no convencionales como Internet en los cuales los usuarios somos
los “dueños” (lo escribo entre comillas por que no es cierto del todo) de la
programación y su contenido. En intenet podemos ver un aumento del 6,4% (a
pesar del gran descenso en el resto) de la inversión publicitaria en esos
medios. Internet lleva en auge desde el 2010 con un aumento de un 13%. http://periodistas21.blogspot.com.es/2010/10/la-publicidad-en-internet-crece-un-20.html
El público se ha mantenido pasivo hasta ahora, dado que no
tenia otras vías de información. Eso ha cambiado. Vivimos en un sistema global
en el que tenemos la posibilidad de alcanzar información de forma directa, de
primera mano y en tiempo real de lo que ocurre en cualquier parte del mundo.
Por ello, es necesario que los mass media se adapten a esta nueva situación.
Los anunciantes tienen nuevas plataformas con las que crear
unos mensajes nuevos y seductores con los que enganchar de nuevo al público.
Existen más canales de comunicación y un campo de trabajo mucho más amplio.
La publicidad no se había quedado estancada, los que estaban
parados eran los creativos, dado que su sistema les funcionaba; repetir hasta
la saciedad un mensaje en un medio convencional era su producto estrella. Ahora
en tiempos de crisis es cuando más original se ha de ser. Ya no se valoran las
grandes campañas impuestas a golpe de talonario; ahora lo que se premia es la
creatividad y la interacción, ¿y que mejor modo de hacerlo que en una
plataforma tan grande como Internet o la propia calle?
Las personas no quieren oír el discurso arcaico y desgastado
que tanto han utilizado las marcas en los 90; quieren conocer el de primera
mano, tocarlo, sentirlo; vivir nuevas experiencias con él… Todo esto es lo que
nos brinda este caótico y brillante tiempo, todo un mundo de experiencias al
alcance del consumidor.
El mundo y los enseres que lo habitamos cambiamos a una
velocidad abismal, por ello toca reinventarse. La utilización de soportes no
convencionales está siendo actualmente un éxito (en Internet, street
marketing…) ¿pero podemos asegurar si esto continuará siendo así? Sólo podemos
esperar, ver como se utilizan estos soportes. Si repetimos el mismo patrón que
el que hemos visto en televisión estos medios estarán abocados al fracaso. Sin
embargo, si decidimos apostar por la innovación y ponemos por delante de la
marca la satisfacción de los consumidores, vaticino un buen futuro para el
mundo de la comunicación.
Si actualmente quieres ser un buen comunicador lo primero
que debes tener en cuenta es tu público, conocerlo y entender sus necesidades e
inquietudes debería ser tu prioridad. Encontrar trabajo actualmente es
complicado, dado que existe mucha gente con características similares; por ello
lo interesante es instruirse, formarse libremente y destacar sobre el resto por
algo. Esto significa leer, ver cine, interesarse por la cultura que nos rodea;
que en muchas ocasiones es gratuita…
Y así, con mi vaso en la mano me quedé pensando en la barra,
solo; solo yo y mis pensamientos.
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